Damià Roig, 103 anys

Ciertas vicisitudes personales me han mantenido alejada de este Hotel durante algún tiempo, pero hoy vuelvo porque quiero rendir mi modesto homenaje a un personaje que conocí ayer.

Se llama Damià Roig y tiene 103 años.

De hecho, no pude hablar con él porque las masas lo apabullaban con felicitaciones y gritos de enhorabuena.
Porque, el lugar donde lo conocí no fue ningún geriátrico, sino la 32ª Cursa del Corte Inglés (11 kilómetros por las calles de Barcelona, vuelta al Estadi Olímpic incluida).

Este señor encarna lo que quiero decir cuando proclamo que quiero llegar a los 100 años. La edad no es más que un dato demográfico. Son las ganas de hacer cosas las que nos mantienen arriba. Que se lo digan a Damià. Me enamoré de su sonrisa, sabedor de la admiración que despertaba, y seguramente muy orgulloso de ello. Yo también lo estaría.

Y por eso insisto en que quiero llegar a los 100 años al lado de LePoin, como los personajes de la foto.

Damià, ¡te espero en la cursa de 2011!.

Catalán en Praga

Esta foto podría ser de cualquier calle de Barcelona. Sin embargo -¡oh, sorpresa!- este cartel me lo encontré en Praga el pasado Diciembre.

Uno nunca sabe donde puede tropezarse con sus raíces.

Soy culé


Hoy, por motivos que no vienen al caso, he tenido que pasar un par de horas en los alrededores del Camp Nou. Me he atrevido incluso a entrar en sus instalaciones, con la esperanza ingenua de encontrarme algún futbolista famoso. Mi problema es que, exceptuando a Guardiola y Messi, sería incapaz de reconocer a ninguno de ellos. Mas, mi visita no ha sido en vano ya que me he teletransportado a mis años de juventud, donde conocía hasta los jugadores de voleibol blaugranas. Koeman, Amor, Eusebio, Milla, Romário. Solozábal, Epi, Aíto. Vujović. A todos ellos los conocí en persona, robándoles fotos, autógrafos, stages deportivos y hasta dos besos en una discoteca. Eran los tiempos en los que los deportistas de élite eran más humanos y podías esperarles a la salida de los entrenamientos sin que un ejército de guardaespaldas te separara de ellos.

Los tiempos ahora son diferentes y esta tarde he visto muchos cambios en Can Barça. Un Barça Megastore donde puedes comprar merchandising a ritmo de música disco; una cadena comercial de bocadillos, un montón de puertas infranqueables salvaguardando los millonarios jugadores de la mirada de los aficionados.

Pero me he ido con la sensación de que la esencia no ha cambiado y hasta se me ha vuelto a poner la piel de gallina al ver el entorno blaugrana. Los marcadores, los asientos, las taquillas, los chiringuitos con bufandas ondeando al viento...

Sí, creo que puedo afirmar que sigo siendo culé.