Tu no-padre y yo decidimos hace tiempo que te quedarías en el mundo donde los niños no concebidos permanecen eternamente. La naturaleza ha pasado de largo y a nosotros no ha llegado su llamada, con lo que no estamos preparados para cuidarte como te mereces.
Por otro lado, pienso que te hemos
ahorrado muchos disgustos y por eso he pensado en escribirte esta
carta. Por si tienes curiosidad sobre cómo es este mundo, te puedo
contar que sospecho que donde tú estás ahora se vive mejor. Quizá
el motivo encubierto de esta carta es preguntarte si hay sitio para
algún alma más ya que a veces dan ganas de no haber nacido.
Te puedo contar que este mundo es cada
vez más competitivo y las personas están cada vez más left to
their own devices como decían
los Pet Shop Boys hace dos décadas. En aquella época las cosas
funcionaban mejor. Tenías becas para ir a la Universidad, la
Seguridad Social sufragaba los medicamentos y en el colegio se
enseñaba en catalán.
Veo competitividad
en la adolescencia, retransmitida en directo en las redes sociales
(¿dónde estarán los adolescentes feos?); competitividad en la
búsqueda del primer empleo (más de 50% de desempleo juvenil);
competitividad en el acceso a la vivienda (y acceso la hipoteca);
competitividad en el aparente éxito social (aún los hay que
adquieren coches caros a pagar en 10 años).
También pienso
que, a pesar de todo, te lo hubieras pasado bien con nosotros. Una
persona me dijo hace años en un avión que lo importante para tener
niños felices es que nazcan de una pareja feliz. Que lo importante
de verdad es la felicidad de la pareja porque, a partir de ahí, todo
está cubierto. Te puedo decir que tu no-padre y yo lo pasamos
francamente bien, a pesar del desmorone económico-social a nuestro
alrededor.
Así que espero que
estés bien en ese mundo de no-concebidos, donde no hace frío ni
calor, con tus alitas de algodón. Mientras tanto, en la Tierra,
nosotros seguiremos pasándolo bien, a pesar de todo.
Te quiere, tu
no-madre.